Del número 86 de la calle de Badalona apareció Dionisio apoyado en una muleta mientras fotografiamos los dos parterres ajardinados situados frente a su casa.
Nos contó que llevaba cerca de dos años intentando sacar adelante las plantas que descansaban sobre una tierra con una cantidad importante de yeso. A pesar de la pobreza del suelo, el jardín lucía buena cara.
Le preguntamos que si tuviese que poner un nombre al jardín cuál
sería. En un alarde de creatividad le sugerimos que quizás el jardín de
Dioni. Nos respondió que no se le ocurriría ponerle su nombre. Le
parecería un síntoma de protagonismo y él quería pasar desapercibido, no
despertar recelos entre los vecinos. Sólo pretendía embellecer su calle
y que las personas disfrutasen al pasar por delante.
Lo que le motiva es seguir extendiendo el jardín hacia los parterres
desnudos aledaños, pero esto no lo vamos a decir muy alto. Una cosa es
que no tengamos lucidez para poner nombres a los jardines y otras que
seamos unos chotas.