En
la esquina de la calle Antonio Robles con la calle Manuel Tovar,
detrás de una verja que delimitaba un incipiente huerto, nos
encontramos con Mariano.
Tras intercambiar unas palabras desde el otro lado de la valla del solar nos invitó a pasar. Nos contó que ese trozo de descampado se lo había cedido de palabra la Junta del Distrito ante la petición de algunos vecinos de transformarlo en un pequeño huerto urbano.
Mariano también participa con otros vecinos en el Huerto sin nombre, Era lógico que al preguntarle si ya tenía nombre nos dijese que no. Le preguntamos si el huerto era comunitario. Nos contestó que era un huerto privado en el que participaban 10 personas. Nos chocó esta definición y la situación «administrativa» Un huerto privado sobre un solar público cedido de palabra por la Junta.
Hemos de decir que Mariano y los pobladores de este huerto ( el día de la visita solo estaba Mariano) no se oponen a que entren nuevas personas, pero nos preguntaba Mariano: » Y quién va a querer pasar a coger la azada y cavar en este terreno donde no hay ni una sombra».
Sea privado, público o mixto, es un placer como la iniciativa vecinal recupera espacios degradados para sanar la ciudad, ayudándola a respirar en un ejercicio de acupuntura urbana.